Cuando llegamos a casa Will no
comenta nada sobre lo ocurrido con Dylan en el instituto por lo tanto
la directora no le ha llamado.
-Mañana voy a llevar a Mili a
comprar unas cosas, así que no pasaremos por casa hasta algo así
como las ocho -dice Charlie rompiendo el silencio creado a la hora de
la comida.
-Está bien pero tened cuidado.
-Will hace unos días que llevo
dándole vueltas a un asunto y me preguntaba si tú estarías de
acuerdo con organizar una pequeña fiesta el sábado.
-Espera ¿este sábado?
-Sí.
-¿Dentro de dos días?
-Sí.
-Ya la has organizado y solo
falta confirmar conmigo aunque los demás no lo sepan ¿verdad?
-Charlie coge un gran bocanada de aire antes de ser sincero.
-Sí, ya tengo las bebidas y la
lista de invitados además la gente que viene no hace el loco lo juro
son responsables y...
-Para -dice Will cortándolo- te
dejaré organizar la fiestecita si al terminar se recoge todo por la
noche.
-Noche y parte de la mañana
-intenta regatear Charlie.
-Tendrás hasta las diez y media
del domingo.
Recojo mi plato y el de Chris
antes de dirigirme a la cocina, Will me sigue y me pilla por
sorpresa.
-¿Crees qué he hecho bien?
-¿Dejándole organizar la
fiesta? -le pregunto y al ver que asiente le contesto- sí, creo que
habéis tenido riñas de manera muy seguida y es la mejor forma de
quitarle hierro al asunto.
-Gracias -le sonrío antes de
salir e irme a estudiar.
Como Charlie prometió no me
lleva a casa después de las clases, se dedica a llevarme a comer en
un lugar perdido con esa cosa a la que llama “transporte”.
Nos paramos en un semáforo y
Charlie acaricia mis manos con sus dedos, un par de chicas pasan por
el paso de cebra y al reconocer a Charlie le saludan pero no se da
cuenta.
-Te están saludando.
-Ni siquiera las conozco -me río
y las dos me miran con mala cara. Charlie levanta mis manos y las
besa con ternura antes de dejarlas donde estaban, el color pasa de
rojo a verde y nos volvemos a poner en marcha, dejando atrás a dos
celosas.
Después de comer y dar un paseo
nos dirigimos al instituto para cumplir con nuestro castigo. Al
entrar nos encontramos con la directora Morris que nos saluda al
vernos y nos indica qué tenemos que hacer con el decorado del baile,
de camino al aula de dibujo me pregunta curiosa.
-¿Tú vas al baile Rachel?
-Sí.
-¿Quién es el afortunado?
-abro la boca para contestar pero Charlie se adelanta.
-Yo soy el afortunado -dice
rodeándome los hombros con un brazo.
-Oh, hacéis muy buena pareja.
-Gracias -dice Charlie antes de
mirarme y sonreír.
Cuando la directora se marcha
empezamos a pintar las diferentes esculturas de los colores escritos
en una hoja de papel.
-Este color es horrible -dice
Charlie mientras pinta con desdén, me acerco por la espalda y le
mancho la camiseta entera con el color que tanto odia- no lo has
hecho.
Se gira y se acerca con la
brocha en la mano, tiene una sonrisa vengativa en la cara pero
intento suplicar.
-No por favor, tu camiseta es
vieja ya no te la pones -retrocedo a cada paso que da pero acabo
chocando contra la pared.
-¿Qué me ofreces si no te
mancho la camiseta?
-Pide y te diré sí o no.
-Quiero un beso, cuando yo
quiera.
-Vale.
Volvemos al trabajo y me dedico
a pintar las esculturas y no mirar a Charlie mientras me pregunto la
razón por la que quiere un beso mío. Noto un dedo sobre mi hombro y
cuando me giro para saber qué quiere, la brocha de Charlie me pinta
la cara.
-¿Qué...? -su labios me
silencian y su cuerpo me obliga a retroceder hasta que una mesa me
frena. Escucho el ruido de la brocha al caer al suelo y poco después
los brazos de Charlie rodean mi cintura con fuerza. Se separa de mi
lentamente y respira profundamente antes de dar media vuelta y
recoger la brocha para continuar con el trabajo.
-Dijiste que no me mancharías
-digo quitándome todo lo que puedo de la cara.
-Dije que no mancharía tu
camiseta.
Ignoro a Charlie hasta que la
directora Morris viene a decirnos que podemos irnos a casa, me dirijo
al vestuario y comienzo a cambiarme de camiseta cuando la puerta
empieza a abrirse, no me preocupo ya que solo entran chicas así que
sigo con lo mío.
-Mili te he metido mi camiseta
en la mochila antes, ¿me la puedes dar? -dice Charlie con
normalidad.
-¿No sabes llamar? -digo
rebuscando hasta que doy con ella y se la lanzo al torso desnudo que
está a un metro escaso.
-Sí, pero así es más
divertido.
Me pongo la camiseta limpia
mientras Charlie se pasea por el vestuario.
-Siempre he tenido curiosidad
por saber cómo era este sitio.
-Pues ya lo has visto, ahora
¿podemos irnos? -digo andando hacia la puerta, pero Charlie se
interpone.
-Tienes algo aquí -dice rozando
mi mejilla con su pulgar.
-Es pintura y está ahí gracias
a ti.
-Yo me encargo -me empuja hasta
el mármol donde están los grifos y me sienta en él, me limpia la
mejilla cuidadosamente antes irnos a casa.
Ayyy me encanta como escribes!! Cada día me enganchó más a esta novela
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