-No puede estar pasándote esto
a ti, Lily -noto su mano sobre mi mejilla- todo es culpa mía, y no
puedo vivir con ello.
“¿Qué va a hacer?¿qué
pretende?” quiero abrir los ojos decirle que yo soy la única
culpable pero mi cuerpo no reacciona. Noto como el pecho me arde
¿impotencia?No. Es otra cosa. Como cuando intentas mantenerte debajo
del agua demasiado tiempo esas ganas de respirar que te impiden estar
sumergido más de treinta segundos. Eso es mi cuerpo me pide aire
¿por qué? ¿no estaba muerta? Es entonces cuando unas palabras
sueltas martillean mi cabeza con mucha fuerza.
“Vaya si que hace milagros
la crema que te puse ya casi no se nota.
Tengo el don de la curación”
Ambas frases las había dicho Evan pero no eran ciertas pues yo soy
el secreto de los curamientos milagrosos yo soy la nueva elegida.
Al pensar esa última palabra mi
cuerpo se alza del suelo en busca de aire, miro a mi lado y encuentro
Brian con los ojos llorosos y cara de asombro.
-Brian pensaba que ibas a hacer
alguna estupidez.
-Lilly, iba a hacerla ¿pero
cómo?
-Ni yo lo sé, Brian necesito tu
ayuda tengo que ver a Evan.
-Siempre Evan.
-Entiéndelo, le amo.
-¿Y qué pasa conmigo? Yo
también te quiero -acerca la cara a mí y apoya su frente con
dulzura sobre la mía
-Brian yo...
-Quiero saber lo que se siente
-me besa y yo acepto el beso, nuestro primer y último beso.
-No se repetirá.
-¿Qué? -digo- ¿¡Qué ha
pasado Brian!?
-Se lo han llevado.
-¿A dónde?
-Chicago.
-¿Chicago?¿Por qué?
-Por lo que tengo entendido allí
se encuentra “The Boss”.
-¿Me acompañas a Chicago?
-Será interesante.
Tardamos unas horas hasta llegar
a Chicago y una vez allí tuve que insistirle mucho a Brian para que
me rebelara donde se escondía “The Boss”, ya que insistía en
que me estaba precipitando y que no tenía plan alguno.
-¿Qué piensas hacer una vez
allí? -me pregunta por decimoquinta vez- Lilly, no puedes decir
exijo que me devolváis a Evan, sí, como podéis ver no estoy
muerta.
-No haría tal cosa, pero tengo
mis dones de algo tienen que servir ¿no?
-Dones que no sabes utilizar.
-Pues practicaré.
-No es tan fácil, controlar un
poder lleva su tiempo, ¿por qué no me dejas ir a mí? Yo intentaré
convencerlos y traer a Evan de vuelta -Brian se esfuerza por ayudarme
pero esto es algo que tengo que hacer yo por mi cuenta y aunque me
cueste he de mentirle.
-Sí, tienes razón tú puedes
entrar con mayor facilidad y lo más probable es que te hagan más
caso.
-Gracias.
-¿Cuándo te iras?
-Por la mañana.
-Te ayudaré a preparar las
cosas.
-No es necesario, creo que lo
mejor es que vuelvas a Nueva Orleans -aunque sé que Brian no se
merece que le traicione esta es mi oportunidad.
-Tienes razón debería volver,
me iré de madrugada.
-Aunque creas que es una mala
idea es lo más inteligente.
-Lo sé, iré a por la cena
-salgo de la habitación del motel y me encuentro con una mujer alta
con el cabello castaño.
-Disculpe.
-¿Tienes algún problema?
-Necesito que me haga un favor,
¿se haría pasar por mí mañana por la mañana?
-¿Qué? -pregunta muy
extrañada.
-Es que... -derramo un par de
lágrimas falsas y continúo hablando- tengo que seguir a mi novio
porque creo que me está engañando y necesito que crea que me voy
para saber si tiene una amante o de verdad se va a una reunión de
trabajo cada dos semanas.
-Lo lamento mucho, sí te
ayudaré.
-Oh, mil gracias le pagaré con
lo que tenga se lo prometo.
-No es necesario pequeña,
mañana fingiré que cojo un taxi para que crea que eres tú, yo
estoy en la habitación 120 si necesitas cualquier cosa ven a verme.
-No sabe cuanto se lo agradezco.
-No tiene importancia y espero
que sea por trabajo.
-Yo también, adiós.
-Adiós.
Me dirijo a un pequeño
supermercado y compro algo de comida. Mientras me dirijo a la
habitación 116 escucho un ruido detrás de la puerta y aguardo unos
minutos antes de entrar.
-... Millennium Park el almacén
cinco, lo recordaré.
Abro la puerta distraídamente y
Brian cuelga el teléfono con rapidez, para no decir nada más, cosa
que no importa ya que lo sé todo. Tras comer algo finjo quedarme
dormida y Brian vuelve a llamar.
-Hola soy Brian -hace una pausa
escuchando las indicaciones- a las diez en Millennium Park el almacén
cinco, ¿el chico está ahí? ¿ha cantado? Dejádmelo a mí.
Esa última frase hace que me
planteé si estoy haciendo bien en confiar en el chico que tengo a
tres metros. Paso toda la noche despierta y hago una nota
disculpándome por no haberme despedido para que parezca más
creíble. La muchacha de ayer se asoma a la ventana y yo abro con
cuidado de no hacer ruido, le entrego mi gorro de lana y me escondo
un poco antes de que Mary cierre la puerta con fuerza y pase
lentamente por delante de la ventana asegurándose de que Brian la
ve. Una vez mi acompañante “me ve” subirme al taxi vuelve a la
habitación y se mete en la cama.
Me pongo en camino y llego en
diez minutos llego al Millennium Park, busco el almacén y entro en
el sin pensármelo. Todo está oscuro y sucio, busco en la penumbra
un interruptor y mis dedos no tardan mucho en dar con uno, cuando
enciendo la luz veo a un chico sentado en una silla con la cabeza
tapada y las manos atadas a la espalda. Me acerco corriendo y le
retiro el saco de la cara, los rizos rubios caen sobre su frente
gacha y no aguanto más tiempo sin verle esos oscuros ojos en los que
me encanta perderme así que suelto sus manos con rapidez.
-Besarte -digo arrodillándome y
tocándole la mejilla. Evan levanta la mirada y me observa mientras
las lágrimas se derraman de sus ojos una sonrisa aparece en sus
labios y se lanza a mis brazos, me hace prisionera de su cuerpo.
-Lo siento -dice poniéndose
serio.
-No, no pienso dejar que te
auto-tortures.
-Fue culpa mía...
-Shh... lo único que importa
ahora es que estamos juntos ¿entendido? -Evan asiente con tristeza
en los ojos- Bésame por favor.
Evan acerca su cara con lentitud
y me besa con pasión hasta que nos quedamos sin aliento.
-Debemos salir de aquí -dice
Evan desconfiado. Cuando comenzamos a ir hacia la puerta esta se abre
con un chirrido.
-¿A dónde vais tortolitos? -la
mujer que tengo delante me resulta muy familiar ese cabello tan
oscuro como la noche lo he visto antes pero no recuerdo dónde-
¿Lilly de verdad creías que sería tan fácil rescatar a las
personas que quieres?
-No tengo a nadie aparte de
Evan.
-¿Tan rápido te olvidas de
Thomas? -un pinchazo de dolor se adueña de mi pecho y la reconozco.
-¿Dónde está, Grace?
-Me recuerdas -su mirada es fría
y amenazante pero no aparto la mía- tienes agallas niña, traedlo.
Dos hombres traen a Thomas y a
Brian que entra quejándose hasta que me ve.
-Te dije que me lo dejaras a mí
-me ladra.
-¿Tú sabías que lo tenían a
él? -le grito mientras señalo a mi hermano.
-Lilly -Thomas intenta venir
hasta mí pero uno de los hombres lo mantiene bien sujeto.
-¿Qué queréis a cambio de la
libertad de los tres?
-¿Qué estás...? -empieza a
decir Evan.
-Pides mucho, pero qué te
parece este trato ¿tú por la libertad y la seguridad de los tres?
-Acepto.
-¡No! -braman a coro las tres
personas por las que estoy dispuesta a sacrificarme.
-Es mi decisión.
-Pues no se hable más.
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