Me
gusta observarla mientras escribe, su perfil está ligeramente tapado
a causa de sus cabellos dorados. Después de deslizar su lapicero
arriba y abajo sin parar
alza levemente la mirada y la dirige al
profesor. Hay veces en las que fantaseo con la idea de que las
palabras que escribe no son sólo apuntes sino que tras esos
delicados trazos se esconden palabras de amor, lo más probable es
que si lo fueran no serían para mí, pero a pesar de todo me daría
igual. Es entonces cuando su rostro se alza y se topa con mi mirada
pero no aparta la vista sino que me contempla con dulzura.
-¿Samuel?¿sigue
usted en clase? -pregunta el profesor de improvisto.
-¿Qué?
-digo sorprendido. Ella vuelve a mirarme y sonríe divertida- Em, sí
disculpe.
-Emma,
no ha dejado de tomar apuntes y le pedí expresivamente que dejara de
escribir en mi clase porque no me gustan los loros.
-No
volverá a pasar -dice mientras le da la vuelta a la hoja y guarda su
lapicero en el estuche.
-Creo
que no me ha entendido, guarde la hoja.
Emma
obedece y dobla el tozo de papel para introducirlo en el bolsillo de
su pantalón.
Minutos
después la campana suena indicando el final de la clase. Todos
recogen con rapidez excepto yo, me gusta observar los movimientos de
los demás, me resulta curioso como mi compañero guarda su carpesano
entre de dos libros, como la chica que tengo delante dobla con
cuidado la parte de arriba de su libro para marcar la pagina antes de
guardarlo todo de manera inmaculada y como Emma guarda todo con un
orden coherente haciendo que todo esté en su sitio. Tras unos
momentos meto mis cosas en la mochila y vuelvo a observar el lugar
donde estaba sentada ella, es entonces cuando me percato de que bajo
su silla hay un trozo de papel más concretamente en el que estaba
escribiendo con anterioridad. Me acerco y lo recojo, lo meto en mi
mochila con rapidez y salgo de clase.
Al
llegar a casa desdoblo la hoja y leo con atención.
“Noto
su mirada sobre mi persona, pero no me incomoda, al contrario hace
que me sienta superior, pues soy importante para alguien que lo es
para mí. No puedo evitar echarle una ojeada, nuestras miradas
coinciden durante unos largos segundos. Al volver a mi escritura, el
profesor le llama la atención y sin resistirme le sonrío con
amabilidad...”
Al
leer la última frase decido continuar esa historia de la manera en
que me gustaría que sucediera.
A
la mañana siguiente me acerco a Emma y le entrego la nota.
-Creo
que se te cayó ayer.
-Sí,
gracias -dice ruborizándose. La desdobla y relee el escrito, noto el
desconcierto al ver mi letra y en ese momento no puedo evitar
recordar las palabras que escribí.
“Después
de que el profesor me dijera que parara de escribir guarde mi nota en
el bolsillo de mi pantalón, lo que yo desconocía es que la nota
resbalaría y de él y Samuel encontraría esa nota y la continuaría.
Tampoco imaginaba que vendría a devolvérmela por el simple placer
de ver mi cara durante unos minutos más y poder observarme mientras
leía la nueva incorporación de este pequeño nuevo texto, y mucho
menos me imaginaba que al acabar de leerlo me besaría sin que yo
pudiera evitarlo”
Al
ver que alza la mirada y la vuelva a bajar con rapidez deduzco que ha
acabado de leerlo.
-Yo...
-empieza a decir con timidez.
-Shh
¿no has leído el final? -digo acercándome y besándola con
dulzura. Poco a poco noto sus brazos al rededor de mi cuello y yo le
rodeo la cintura acercándola
más a mí.
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