martes, 19 de noviembre de 2013

La nota.

Me gusta observarla mientras escribe, su perfil está ligeramente tapado a causa de sus cabellos dorados. Después de deslizar su lapicero arriba y abajo sin parar
alza levemente la mirada y la dirige al profesor. Hay veces en las que fantaseo con la idea de que las palabras que escribe no son sólo apuntes sino que tras esos delicados trazos se esconden palabras de amor, lo más probable es que si lo fueran no serían para mí, pero a pesar de todo me daría igual. Es entonces cuando su rostro se alza y se topa con mi mirada pero no aparta la vista sino que me contempla con dulzura.
-¿Samuel?¿sigue usted en clase? -pregunta el profesor de improvisto.
-¿Qué? -digo sorprendido. Ella vuelve a mirarme y sonríe divertida- Em, sí disculpe.
-Emma, no ha dejado de tomar apuntes y le pedí expresivamente que dejara de escribir en mi clase porque no me gustan los loros.
-No volverá a pasar -dice mientras le da la vuelta a la hoja y guarda su lapicero en el estuche.
-Creo que no me ha entendido, guarde la hoja.
Emma obedece y dobla el tozo de papel para introducirlo en el bolsillo de su pantalón.
Minutos después la campana suena indicando el final de la clase. Todos recogen con rapidez excepto yo, me gusta observar los movimientos de los demás, me resulta curioso como mi compañero guarda su carpesano entre de dos libros, como la chica que tengo delante dobla con cuidado la parte de arriba de su libro para marcar la pagina antes de guardarlo todo de manera inmaculada y como Emma guarda todo con un orden coherente haciendo que todo esté en su sitio. Tras unos momentos meto mis cosas en la mochila y vuelvo a observar el lugar donde estaba sentada ella, es entonces cuando me percato de que bajo su silla hay un trozo de papel más concretamente en el que estaba escribiendo con anterioridad. Me acerco y lo recojo, lo meto en mi mochila con rapidez y salgo de clase.
Al llegar a casa desdoblo la hoja y leo con atención.
Noto su mirada sobre mi persona, pero no me incomoda, al contrario hace que me sienta superior, pues soy importante para alguien que lo es para mí. No puedo evitar echarle una ojeada, nuestras miradas coinciden durante unos largos segundos. Al volver a mi escritura, el profesor le llama la atención y sin resistirme le sonrío con amabilidad...”
Al leer la última frase decido continuar esa historia de la manera en que me gustaría que sucediera.
A la mañana siguiente me acerco a Emma y le entrego la nota.
-Creo que se te cayó ayer.
-Sí, gracias -dice ruborizándose. La desdobla y relee el escrito, noto el desconcierto al ver mi letra y en ese momento no puedo evitar recordar las palabras que escribí.
Después de que el profesor me dijera que parara de escribir guarde mi nota en el bolsillo de mi pantalón, lo que yo desconocía es que la nota resbalaría y de él y Samuel encontraría esa nota y la continuaría. Tampoco imaginaba que vendría a devolvérmela por el simple placer de ver mi cara durante unos minutos más y poder observarme mientras leía la nueva incorporación de este pequeño nuevo texto, y mucho menos me imaginaba que al acabar de leerlo me besaría sin que yo pudiera evitarlo”
Al ver que alza la mirada y la vuelva a bajar con rapidez deduzco que ha acabado de leerlo.
-Yo... -empieza a decir con timidez.
-Shh ¿no has leído el final? -digo acercándome y besándola con dulzura. Poco a poco noto sus brazos al rededor de mi cuello y yo le rodeo la cintura acercándola
más a mí.

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