martes, 30 de julio de 2013

Capítulo 3

Me despierto pero no me levanto de la cama ya que no tengo ganas de hacer nada. A mi mente vienen recuerdos de lo que paso ayer: los pandilleros, Connor y mi invitación a que se quedara conmigo hasta que encontrara algo.
Decido levantarme para comprobar que es cierto que cometí semejante locura, así que abro la puerta de mi habitación y me dirijo al salón. Todo está normal, el sofá sigue siendo un sofá y no hay ningún indicio de que Connor haya estado aquí. Pero al escuchar ruidos en la cocina y entrar en ella, me sorprendo al encontrarlo untando mermelada en una tostada.
-Buenos días -dice girándose con una sonrisa.
-Buenos días -digo todavía un poco confusa.
-¿Quieres tostadas?
-Sí, claro.
-¿A que hora entras hoy a trabajar? -pregunta para seguir con la conversación.
-Hoy tengo libre.
-Oh genial, así nos podemos conocer un poco más.
-¿Por que has cerrado el sofá? -pregunto cambiando de tema.
-Pensé que no querrías tu casa desordenada así que guardé todo lo que tengo en un rincón de tu armario y cerré la cama para que no molestara.
-Oh, gracias -digo algo sorprendida-. Voy a vestirme.
-A mí me gusta como vas -dice con una sonrisa pícara. Miro mi pijama extrañada por su comentario, pero le encuentro sentido al ver una camiseta de tirantes ajustada y unos pantalones demasiado cortos.
-Muy gracioso -digo con sarcasmo-. Después hablaremos de algunas normas que voy a imponerte.
-Genial -dice sonriente.
Voy a mi habitación y me visto con una camiseta amarilla de manga corta y unos shorts de color verde, me calzo en mis Converse y salgo al salón.
Desayuno mientras Connor se cambia de ropa en mi habitación. A mi mente vienen varios tipos de corazones que vi ayer pero de los que me olvidé apuntar. Dejo el plato y la taza en la cocina y voy a mi habitación pero antes de entrar recuerdo que Connor esta dentro así que llamo y pregunto.
-Connor ¿estas visible?
-Sí -escucho desde el otro lado. Abro la puerta y lo veo delante de mi cama de espaldas a mí. Lleva puestos los pantalones pero no la camiseta. Me acerco al escritorio y busco mi libreta.
-¿Que haces? -pregunta detrás mía haciendo que me sobresalte.
-Busco mi libreta -digo a la vez que me giro y le miro a los ojos, pero mi mirada se desvía a su torso, todavía desnudo. Para mi sorpresa, antes de volver a sus ojos, veo unos músculos bien definidos- ¿la has visto?
-No, pero ¿no es la que llevas siempre en tu mochila? -pregunta.
-Cierto -digo algo avergonzada. Me acerco a mi cama y cojo mi mochila. Rebusco en su interior y por fin la encuentro.
-Aimee -escucho decir a Connor antes de que salga de la habitación.
-¿Si? -digo girándome hacia él.
-¿Puedo poner una lavadora con mi ropa? -pregunta dudoso.
-Claro, si quieres dame las cosas y yo la pongo.
-Gracias -dice dándome la mochila llena de ropa.
-No es nada -digo yéndome al lavadero. Meto toda la ropa de una vez volcando la mochila entera, preparo el ciclo y lo pongo en marcha. Connor aparece en la puerta de repente.
-Aimee, dejame coger una cami... -dice antes de callarse al ver la lavadora en marcha- ...seta.
-¿No la tenías?
-No, se me había olvidado cogerla antes.
-Lo siento mucho Connor.
-No importa.
-Te puedo dejar una seguro que te cabe -digo entrando en mi habitación. Miro por mi armario y busco la camiseta que me compré cuando visité mi futura universidad.
-¿Universidad de Nueva York?
-Sí, cuando acabe el verano ingresaré en ella.
-¿Que carrera? -pregunta poniéndose la camiseta
-Comunicación audiovisual.
-Interesante.
-¿Tu no vas a estudiar?
-Sí, pero cálculo, en la universidad de al lado.
-No te veo mucha cara de empollón.
-Ja-Ja muy graciosa.
-Es broma, no te enfades -digo abrazándome a su brazo y poniendo pucheros. Me mira a los ojos y sonríe.
-Vamos -dice caminando hacia el salón.
-¿Que pasa?
-Eso lo tengo que preguntar yo antes has dicho que hay reglas, ¿cuáles?
-Oh, pues... Nada de traer ligues a casa, sería muy incómodo. Nada de pasearse por la casa en calzoncillos, es demasiado insinuante.
-Y lo dice la chica que llevaba los pantalones más cortos de la historia.
-No pensaba recibir visita.
-Me invitaste tú -dice como si fuera estúpida. El color acude a mis mejillas con rapidez y lo noto.
-Nada de traerte amigotes sin avisarme antes.
-Por eso no tengas problemas, no conozco a nadie aquí así que si alguien pregunta por mi es un impostor ¿algo más?
-No, creo que eso es todo.
-¿No hay normas acerca de Josh?
-¿Josh? -pregunto desconcertada.
-¿Tu novio el chef del café?
-Ese Josh no es mi novio, no tengo novio solo quería que me dejaras en paz -digo sonriendo en manera de disculpa.
-Ya lo sabía. Vi que es un corazón noble sin pareja por determinar y tú, bueno eres una... -le tapo la boca antes de que pueda decir nada.
-No lo digas, no digas que corazón tengo.
-¿Por qué? -pregunta apartando mis manos.
-No quiero saberlo, todos los tipos de corazones que conozco tienen cosas demasiado malas y no quiero saber que soy yo.
-¿Cuál es el tipo de corazón que más te gusta?
-El dos corazones, me parece increíble que nazcan hechos el uno para el otro y siempre se encuentren, es el único que me gusta.
-Si no quieres no te diré lo que eres pero creo que tu corazón va acorde contigo.
-¿Tu sabes lo que eres? -pregunto tímidamente.
-No, ¿me lo dices?
-Eres un dos corazones y por lo que he visto todavía no has encontrado a la otra mitad de tu corazón.
-Creo que la encontraré pronto -dice mientras me mira con una sonrisa con la que me da la sensación de que sabe algo que yo desconozco.
Seguimos hablando de cosas sin importancia durante todo el día, hasta las 9 p.m. por que decidimos poner una película y verla los dos tumbados en el sofá-cama.

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