Me despierto pero no me levanto
de la cama ya que no tengo ganas de hacer nada. A mi mente vienen
recuerdos de lo que paso ayer: los pandilleros, Connor y mi
invitación a que se quedara conmigo hasta que encontrara algo.
Decido levantarme para comprobar
que es cierto que cometí semejante locura, así que abro la puerta
de mi habitación y me dirijo al salón. Todo está normal, el sofá
sigue siendo un sofá y no hay ningún indicio de que Connor haya
estado aquí. Pero al escuchar ruidos en la cocina y entrar en ella,
me sorprendo al encontrarlo untando mermelada en una tostada.
-Buenos días -dice girándose
con una sonrisa.
-Buenos días -digo todavía un
poco confusa.
-¿Quieres tostadas?
-Sí, claro.
-¿A que hora entras hoy a
trabajar? -pregunta para seguir con la conversación.
-Hoy tengo libre.
-Oh genial, así nos podemos
conocer un poco más.
-¿Por que has cerrado el sofá?
-pregunto cambiando de tema.
-Pensé que no querrías tu casa
desordenada así que guardé todo lo que tengo en un rincón de tu
armario y cerré la cama para que no molestara.
-Oh, gracias -digo algo
sorprendida-. Voy a vestirme.
-A mí me gusta como vas -dice
con una sonrisa pícara. Miro mi pijama extrañada por su comentario,
pero le encuentro sentido al ver una camiseta de tirantes ajustada y
unos pantalones demasiado cortos.
-Muy gracioso -digo con
sarcasmo-. Después hablaremos de algunas normas que voy a imponerte.
-Genial -dice sonriente.
Voy a mi habitación y me visto
con una camiseta amarilla de manga corta y unos shorts de color
verde, me calzo en mis Converse y salgo al salón.
Desayuno mientras Connor se
cambia de ropa en mi habitación. A mi mente vienen varios tipos de
corazones que vi ayer pero de los que me olvidé apuntar. Dejo el
plato y la taza en la cocina y voy a mi habitación pero antes de
entrar recuerdo que Connor esta dentro así que llamo y pregunto.
-Connor ¿estas visible?
-Sí -escucho desde el otro
lado. Abro la puerta y lo veo delante de mi cama de espaldas a mí.
Lleva puestos los pantalones pero no la camiseta. Me acerco al
escritorio y busco mi libreta.
-¿Que haces? -pregunta detrás mía haciendo que me sobresalte.
-¿Que haces? -pregunta detrás mía haciendo que me sobresalte.
-Busco mi libreta -digo a la vez
que me giro y le miro a los ojos, pero mi mirada se desvía a su
torso, todavía desnudo. Para mi sorpresa, antes de volver a sus
ojos, veo unos músculos bien definidos- ¿la has visto?
-No, pero ¿no es la que llevas
siempre en tu mochila? -pregunta.
-Cierto -digo algo avergonzada.
Me acerco a mi cama y cojo mi mochila. Rebusco en su interior y por
fin la encuentro.
-Aimee -escucho decir a Connor
antes de que salga de la habitación.
-¿Si? -digo girándome hacia
él.
-¿Puedo poner una lavadora con
mi ropa? -pregunta dudoso.
-Claro, si quieres dame las
cosas y yo la pongo.
-Gracias -dice dándome la
mochila llena de ropa.
-No es nada -digo yéndome al
lavadero. Meto toda la ropa de una vez volcando la mochila entera,
preparo el ciclo y lo pongo en marcha. Connor aparece en la puerta de
repente.
-Aimee, dejame coger una cami...
-dice antes de callarse al ver la lavadora en marcha- ...seta.
-¿No la tenías?
-No, se me había olvidado
cogerla antes.
-Lo siento mucho Connor.
-No importa.
-Te puedo dejar una seguro que
te cabe -digo entrando en mi habitación. Miro por mi armario y busco
la camiseta que me compré cuando visité mi futura universidad.
-¿Universidad de Nueva York?
-Sí, cuando acabe el verano
ingresaré en ella.
-¿Que carrera? -pregunta
poniéndose la camiseta
-Comunicación audiovisual.
-Interesante.
-¿Tu no vas a estudiar?
-Sí, pero cálculo, en la
universidad de al lado.
-No te veo mucha cara de
empollón.
-Ja-Ja muy graciosa.
-Es broma, no te enfades -digo
abrazándome a su brazo y poniendo pucheros. Me mira a los ojos y
sonríe.
-Vamos -dice caminando hacia el
salón.
-¿Que pasa?
-Eso lo tengo que preguntar yo
antes has dicho que hay reglas, ¿cuáles?
-Oh, pues... Nada de traer
ligues a casa, sería muy incómodo. Nada de pasearse por la casa en
calzoncillos, es demasiado insinuante.
-Y lo dice la chica que llevaba
los pantalones más cortos de la historia.
-No pensaba recibir visita.
-Me invitaste tú -dice como si
fuera estúpida. El color acude a mis mejillas con rapidez y lo noto.
-Nada de traerte amigotes sin
avisarme antes.
-Por eso no tengas problemas, no
conozco a nadie aquí así que si alguien pregunta por mi es un
impostor ¿algo más?
-No, creo que eso es todo.
-¿No hay normas acerca de Josh?
-¿Josh? -pregunto
desconcertada.
-¿Tu novio el chef del café?
-Ese Josh no es mi novio, no
tengo novio solo quería que me dejaras en paz -digo sonriendo en
manera de disculpa.
-Ya lo sabía. Vi que es un
corazón noble sin pareja por determinar y tú, bueno eres una... -le
tapo la boca antes de que pueda decir nada.
-No lo digas, no digas que
corazón tengo.
-¿Por qué? -pregunta apartando
mis manos.
-No quiero saberlo, todos los
tipos de corazones que conozco tienen cosas demasiado malas y no
quiero saber que soy yo.
-¿Cuál es el tipo de corazón
que más te gusta?
-El dos corazones, me parece
increíble que nazcan hechos el uno para el otro y siempre se
encuentren, es el único que me gusta.
-Si no quieres no te diré lo
que eres pero creo que tu corazón va acorde contigo.
-¿Tu sabes lo que eres?
-pregunto tímidamente.
-No, ¿me lo dices?
-Eres un dos corazones y por lo
que he visto todavía no has encontrado a la otra mitad de tu
corazón.
-Creo que la encontraré pronto
-dice mientras me mira con una sonrisa con la que me da la sensación
de que sabe algo que yo desconozco.
Seguimos hablando de cosas sin
importancia durante todo el día, hasta las 9 p.m. por que decidimos
poner una película y verla los dos tumbados en el sofá-cama.
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